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NOLETIR S.A. a entrado en un "option and farm in agreement" con OROSUR MINING INC. (ver www.orosur.ca) para la definición de explorar uno o varios yacimientos de piedras calizas con la finalidad de cemento y/o clinker y/o cal y/o corrector de suelos y/o como materia prima para él o los proyectos de arrabio (pig iron) a desarrollarse en Uruguay.
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RESPONSABILIDAD
SOCIAL CORPORATIVA

Resumen

Cada vez es más usual encontrar en textos diversos las siglas RSC. Éstas hacen referencia a la Responsabilidad Social Corporativa, un modelo integral de gestión empresarial que incluye aspectos económicos, sociales y medioambientales. En este trabajo se presenta la RSC como una estrategia esencial para las actividades mineras, principalmente desde un punto de vista ético y sostenible. Por ello, se analizan las implicaciones más relevantes de la RSC en la minería y las sinergias existentes con los sistemas de gestión medioambiental, de seguridad laboral y de calidad del producto y del servicio, la aplicación de los cuales se ha extendido durante las últimas décadas.


Introducción

Durante las últimas décadas se han experimentado profundos cambios en el entorno competitivo, y la conciencia moral de las organizaciones ha ido en aumento (Lopez et al., 2008). Los aspectos éticos y de sostenibilidad han ganado importancia, y a los objetivos tradicionales de maximizar las ventas (generar valor para el consumidor) y la rentabilidad (generar valor para los accionistas) se han unido los de responsabilidad social. Todo ello ha derivado en la integración de la triple cuenta de resultados: económicos, sociales y medioambientales, que constituye la base de la Responsabilidad Social Corporativa.

Este nuevo enfoque empresarial toma especial relevancia en las actividades mineras que, aunque tienen gran importancia para la economía local de zonas ricas en yacimientos minerales, tradicionalmente han sido percibidas por la sociedad como actividades con un elevado impacto en el entorno (Jenkins, 2004) y en los niveles de salud laboral de sus trabajadores (Navarro y Dinis, 2003).

De todas formas, una creciente presión normativa en aspectos como residuos, contaminación o prevención de accidentes laborales en actividades de especial peligrosidad, junto con las exigencias de administraciones y de la sociedad en general, ha hecho que se tomara más concienciación acerca de estos temas. Así es que, a través del cumplimiento de la legislación vigente y de la mejora continua, se ha conseguido dar un ligero giro a la situación.
En este sentido, la gestión ha desarrollado un papel esencial, y distintas empresas mineras han implantado sistemas de gestión de calidad, del medioambiente y de la seguridad y salud laboral. Ahora es el turno de la Responsabilidad Social Corporativa, la cual debería integrarse en la misión, valores y estrategia de la corporación (Erkoreka, 2006).


RSC: ¿qué significa?

La Responsabilidad Social Corporativa (en adelante RSC) no es ni mucho menos un concepto nuevo. Pueden situarse sus orígenes en el año 1950, aún cuando algunos lo situarían en el S.XIX atribuyéndolo a las prácticas de empresarios modélicos como Owen o Cadbury (Bestratén y Pujol, 2004). No obstante, ha sido en la última década (Castka y Balzarova, 2007) cuando ha ganado mayor popularidad, y se ha convertido en un concepto de moda (Nieto y Fernández, 2004) que previsiblemente se formalizará como un vector clave de negocio en un futuro inminente.

La RSC puede definirse como un modelo integral de gestión empresarial orientado hacia la satisfacción de las necesidades y expectativas de los distintos grupos de interés de la empresa (stakeholders), y al cuidado y preservación del entorno (Galán, 2008).

También puede entenderse como el conjunto de acciones que toma una organización, a fin de asumir las responsabilidades derivadas del impacto de sus actividades sobre la sociedad y el medioambiente (ISO, 2008).

En este trabajo adoptamos la definición de Erkoreka (2006) y entendemos la RSC como una forma de gestionar la empresa, integrada en la estrategia de ésta, que compatibiliza la rentabilidad (visión tradicional de negocio), con actuaciones sociales y medioambientales (visión de desarrollo sostenible).

La RSC no consiste en la única realización de actividades filantrópicas como la colaboración con organizaciones no gubernamentales, sino que abarca a toda la empresa y persigue la satisfacción de todas las partes interesadas de la corporación: consumidores, trabajadores, accionistas, deudores, gobiernos, sindicatos, proveedores y sociedad en general (Dalton y Daily, 1991). De hecho, la RSC tiene un componente multidimensional e integra cuatro grandes áreas en términos de responsabilidades (Carroll, 1979): económicas, legales, éticas y filantrópicas. Esta potente herramienta de gestión se orienta hacia la excelencia a largo plazo y se caracteriza por la instauración de una nueva cultura empresarial (Galán, 2008), basada en criterios de legitimidad, respeto, honradez, transparencia, responsabilidad y solidaridad.

Tanta es la importancia que se le concede que, distintos organismos internacionales han elaborado guías y principios para su aplicación, al estilo de normas bien conocidas por las empresas como las normas de calidad ISO 9000. De entre todas ellas puede citarse la norma AA 1000:2003, la norma SGE-21:2008, la norma SA8000, y la norma ISO 26000 (actualmente en fase de elaboración y de la cual se prevé su publicación para 2010).


RSC en la minería

Habiendo analizado el significado del término RSC, no cabe duda de la importancia que tiene en la minería. Sin embargo las investigaciones relativas a la materia no son por el momento muy extensas, lo que no es de extrañar atendiendo a la reciente popularización de este modelo de gestión. Pueden destacarse los trabajos de Warhurst (2001) orientados a temas de sostenibilidad, y los estudios de Jenkins (2004) y Jenkins y Yakovleva (2006).

Los orígenes de la minería se sitúan en el propioorigen del ser humano, que aprovechaba los recursos minerales del suelo (Matías, 2005). Esta actividad fue progresado a la par que las civilizaciones necesitaban nuevos materiales para su desarrollo, y puede considerarse una actividad económica desde épocas remotas. Actualmente desarrolla un papel fundamental en la sociedad moderna y en los procesos industriales (GRI, 2005), puesto que aporta materias primas y fuentes de energía.

La explotación de recursos naturales consistió durante bastante tiempo en explotar una región hasta agotarla y abandonarla, luego explotar otra región, y así sucesivamente, por lo que los niveles de agresión en el entorno no eran nada desdeñables. Esto hizo que las comunidades locales, si bien percibían las actividades mineras como un motor económico e incluso como un medio de vida, también las veían como una amenaza para el entorno natural, con impactos ambientales sobre aire, agua y suelos (Törey, 2004). Inicialmente, la contribución con la sociedad en términos éticos residía básicamente en acciones filantrópicas, asociadas a caridad.

Pero los cambios que ha conllevado la globalización de la economía (desigualdades de ingreso, apertura de mercados y mayor concienciación por temas de desarrollo sostenible, entre otros) han abierto un nuevo escenario, y la preocupación por los impactos ambientales generados ha aumentado durante las últimas décadas (Blinker, 2009).

Además, se ha pasado de una preocupación centrada en el compromiso con el medioambiente, a un compromiso con la comunidad de la región y del país donde actúa cada empresa (Villarzú, 2002).

Ahora, la industria minera debe enfrentarse a los nuevos retos de futuro, entre los que juegan un papel fundamental el desarrollo sostenible, entendido como aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometerlas necesidades de las futuras generaciones (Bruntland, 1987), y la gestión ética, basada en una gestión por valores (Lázaro, 2007) que se orienta al buen comportamiento y buenas prácticas de la organización. Las empresas deben asumir responsabilidades en el desarrollo local y nacional, y deben orientar sus actividades hacia la satisfacción de la sociedad en general (Wheeler et al., 2002).

Las causas que han impulsado este cambio de visión han sido diversas: mayor exposición de la industria minera a diversidad de culturas y temas sociales, demandas de consumidores y accionistas por prácticas responsables, y descentralización de actividades, entre otras (Labonne, 1999), así como mayores regulaciones gubernamentales e internacionales en las prácticas extractivas (Bruntland, 1987). Todo ello ha resultado en la inclusión de la responsabilidad social y medioambiental en las agendas de la industria minera (Cowell et al., 1999), y distintas empresas han iniciado procesos de inversión social (Mogrovejo et al., 2007).

Bajo este enfoque, el Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM) ha promovido el desarrollo sostenible de la minería como fuente de ventaja competitiva. Desde el año 2003, ha fijado 10 principios básicos de buenas prácticas, entre los que se encuentran la gestión ética, el desarrollo sostenible, y la contribución en el desarrollo social y económico de las comunidades en las que operan las explotaciones (ICMM, 2005).

En definitiva, la aplicación de la RSC en las actividades mineras debe considerarse un medio de conciliación entre los intereses de la industria minera, el gobierno y la sociedad en general (Guerra, 2002), a la par que una inversión social que permita su propio desarrollo y que mejore su reputación (Fombrun y Shanley, 1990).


Conclusiones

La empresa debe tener RSC, organizarse para tenerla y mostrar los resultados alcanzados.

Para ello es imprescindible disponer de un conjunto de criterios de sostenibilidad, ética y capital humano (a los que denominaremos criterios de RSC) que marquen las directrices a seguir.

En este trabajo se ha propuesto un conjunto de criterios de RSC aplicables a la minería, enmarcados principalmente por una explotación racional de recursos utilizando tecnologías limpias y métodos de trabajo seguros, una administración responsable de fondos económicos, transparencia informativa y fomento de la economía de la zona.

Todos estos criterios comparten un enfoque común con las áreas de calidad ambiental, normas laborales y derechos humanos, y prácticas competitivas, que se canalizan a través de la aplicación de sistemas de gestión medioambiental, de seguridad y salud laboral, y de calidad de productos y servicios.





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